Por el amor de una sirena


   
                                                                                 
Por favor, sea breve -dijo Ulises con voz suplicante, pero rendido ante aquella seductora sirena de cabeza y pechos de mujer y cuerpo de ave que le susurraba mil y un encantos irresistibles. Mi esposa, Penélope, me espera tejiendo un sudario para mi padre, Laertes,  y no quisiera cambiar el reino de Ítaca por una pájara y un nidito lleno de huevos.

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